Cuento 8: La sombra del pintor

 

Cuento 8: La sombra del pintor

Ezequiel era un pintor célebre, admirado por su habilidad para capturar la esencia de sus modelos. Sus retratos no solo reflejaban rostros, sino también los miedos escondidos, los anhelos más íntimos, como si cada trazo revelara una parte del alma. Su obra era codiciada por coleccionistas y galerías, pero con el tiempo, la inspiración comenzó a desvanecerse. Los colores ya no hablaban, los rostros se volvían vacíos. El arte lo había abandonado, o al menos eso sentía.

Una tarde gris y húmeda, deambulaba sin rumbo por el viejo barrio donde había nacido. La lluvia golpeaba los adoquines con ritmo pesado, y el aire olía a tiempo detenido. Fue entonces cuando vio una tienda de antigüedades que juraría jamás haber visto antes. En el escaparate, bajo una tela blanca, se intuía el marco de un lienzo grande. Algo lo empujó a entrar.

El interior de la tienda estaba lleno de polvo, de relojes que no funcionaban y espejos empañados. Detrás del mostrador, un hombre muy delgado, con ojos opacos como vidrio viejo, lo esperaba.

—¿Qué hay bajo la tela? —preguntó Ezequiel.

El hombre esbozó una sonrisa extraña.

—Un retrato especial. No debe mirarse por mucho tiempo. Lo que guarda... tiende a escapar.

Ezequiel rió con incredulidad. Pensó que era una estrategia de venta. Lo compró al instante.

En su estudio, bajo la tenue luz de una lámpara, retiró la tela. El cuadro no era un retrato, sino un paisaje lúgubre, un campo cubierto de niebla, con figuras oscuras a lo lejos, apenas visibles. A medida que lo observaba, tuvo la sensación de que las sombras se movían. Parpadeó varias veces. Una figura se había acercado. Ya no estaba al fondo del paisaje, sino en primer plano.

Y luego salió del lienzo.

Era una silueta idéntica a la suya, pero más alta, con facciones alargadas y ojos hundidos, como si la oscuridad del cuadro la hubiese moldeado.

Soy lo que has ocultado en tus pinturas. Los miedos que los demás te confiaron. Y los tuyos. —susurró la sombra.

Ezequiel retrocedió, aterrorizado. Intentó quemar el cuadro, pero el fuego no prendía. Quiso encerrarlo, pero el lienzo parecía resistirse. Las sombras comenzaron a multiplicarse, saliendo una a una, deslizándose por las paredes, metiéndose en sus pinceles, en sus pensamientos.

Desde entonces, sus obras cambiaron. Ya no pintaba rostros, sino figuras deformes, con ojos vacíos y sonrisas que no eran humanas. Los críticos hablaron de una nueva etapa oscura, alabando su valentía artística, sin saber la verdad.

Poco a poco, Ezequiel se aisló. Cerró su estudio. Nadie volvió a verlo. Dicen que los cuadros comenzaron a aparecer solos, abandonados en calles y museos, como si buscaran nuevos ojos que los miraran.

Y cuando alguien observa demasiado tiempo… siente algo detrás, una sombra que respira cerca, como esperando la oportunidad de entrar en otro mundo. El tuyo.



Ensayo 8: 

El impacto de la tecnología en la salud mental

En la era digital actual, la tecnología ocupa un lugar central en la vida cotidiana. Aunque ha propiciado avances significativos en múltiples sectores, su impacto en la salud mental se ha convertido en una preocupación creciente. Desde las redes sociales hasta la hiperconectividad, la tecnología influye de manera compleja en el bienestar psicológico de las personas, con efectos tanto positivos como negativos.

Uno de los elementos más debatidos es el uso de las redes sociales. Plataformas como Instagram, Facebook o X (antes Twitter) han transformado la forma en que las personas se comunican y se relacionan. No obstante, también han sido asociadas con problemas de salud mental, como la ansiedad, la depresión y la baja autoestima. La constante comparación con otros usuarios, la búsqueda de validación a través de “me gusta” y la exposición a vidas aparentemente perfectas pueden generar frustración, inseguridad y estrés emocional, especialmente entre adolescentes y jóvenes. Además, la adicción a estas plataformas puede derivar en aislamiento social, disminuyendo el contacto cara a cara y afectando la calidad de las relaciones interpersonales.

Otro aspecto relevante es el impacto de la tecnología en el sueño y los ritmos circadianos. El uso excesivo de dispositivos electrónicos antes de dormir, en particular los teléfonos móviles, se asocia con la dificultad para conciliar el sueño. La luz azul que emiten las pantallas interfiere con la producción de melatonina, alterando el ciclo natural del sueño. Esta falta de descanso puede agravar problemas como la irritabilidad, la ansiedad o la depresión, generando un círculo vicioso entre malestar emocional y privación del sueño.

Sin embargo, no todo el impacto de la tecnología es negativo. En los últimos años han surgido herramientas digitales orientadas al cuidado de la salud mental, como aplicaciones de meditación, manejo del estrés y desarrollo personal. Plataformas de terapia en línea han hecho más accesible el apoyo psicológico, especialmente para personas que viven en zonas rurales, tienen limitaciones de movilidad o enfrentan barreras económicas. Estas soluciones permiten que más personas reciban ayuda profesional de forma confidencial y conveniente.

Aun así, el uso excesivo de la tecnología también puede conllevar dependencia digital, reduciendo las habilidades sociales básicas y profundizando sentimientos de soledad. La preferencia por las interacciones virtuales frente a las relaciones cara a cara puede limitar la empatía, la expresión emocional y la construcción de vínculos significativos. Además, el fenómeno del sobrecargo informativo (o information overload) —causado por la constante recepción de noticias, notificaciones y mensajes— puede generar un estado de alerta permanente, afectando la concentración y aumentando la fatiga cognitiva.

En conclusión, la tecnología influye significativamente en la salud mental, con beneficios y riesgos evidentes. Si bien puede facilitar el acceso a apoyo psicológico y herramientas de bienestar, también puede contribuir a la ansiedad, el aislamiento y el agotamiento mental. Para mitigar sus efectos negativos, es fundamental fomentar un uso consciente, equilibrado y crítico de la tecnología, promoviendo al mismo tiempo el autocuidado, la desconexión digital y las relaciones humanas presenciales. Solo así se podrá aprovechar el potencial positivo de la tecnología sin comprometer el bienestar emocional.

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